¿Fiestas sí, Fiestas no?

        Vivimos días de dudas, muchas dudas, unos piensan que acabamos de pasar una crisis sanitaria muy importante, otros sin embargo están convencidos que aún estamos en medio de la pandemia, que el virus aún está ahí. Las autoridades sanitarias recomiendan prudencia, las autoridades políticas se encuentran en medio de la presión mediática ya que a la crisis sanitaria le sigue una irremediable e imprevisible crisis económica que va a hacer mucho daño, ya lo está haciendo, a numerosos sectores de nuestra sociedad.
   Lo cierto, la cruda realidad es que en los últimos meses hemos perdido más de 30.000 personas a causa del Covid-19. Nos hemos acostumbrado a las cifras, a los números, a las estadísticas. Tenemos la obligación de pararnos a pensar que esas cifras son personas que tienen nombres y apellidos, que han dejado familias heridas, familiares muy «tocados» por la pérdida de un ser querido y además con el sentido de culpabilidad de no haberles despedido como se merecían. 
Nos enfrentamos a una crisis sin precedentes que requiere soluciones extraordinarias, a pesar de encontrarnos cada día más cerca de la ansiada y deseada normalidad, no conviene bajar la guardia.
 
¿Fiestas si, fiestas no?
 
 La primera duda es la de la apertura de las piscinas, una duda casi solventada con la filtración en las redes sociales de un listado de una treintena de municipios que no abrirán sus piscinas, filtración que momentos después fue modificado eliminando el nombre de algunos pueblos, entre ellos el nuestro. Serán posiblemente más las que no abran, abogando por no correr riesgos innecesarios en las instalaciones.
 
Otra de las dudas más habituales entre los ciudadanos es ¿qué pasará con las fiestas? ¿Alguien se imagina ahora un concierto multitudinario, las colas en la paella, en las calderetas o compartir un vermut en una carpa bailando “Paquito el Chocolatero”?  Todos entendemos que las fiestas tal y como las conocemos no se pueden celebrar; los actos multitudinarios y verbenas son casi imposibles de imaginar ahora.
 
 Han sido numerosos pueblos los que ya han tomado la decisión de cancelar, ¿acertada, precipitada? Es hora de aguantar, a ver cuál es la decisión del pueblo vecino. Todo indica que habrá efecto dominó. Las razones son claras: «Motivos de salud pública a consecuencia del COVID-19, sin perjuicio de los cambios o variación que pueda haber en la situación de la pandemia y que se comunicaría, en su caso, por la autoridad sanitaria» dejando la puerta abierta a posibles cambios si la ‘nueva normalidad’ tiene más de normalidad que de nueva.
Todo hace suponer que desde el gobierno de la región no se realizará ninguna recomendación o instrucción relacionada con las fiestas de cada municipio. Así, cabe suponer que la decisión final corresponde a cada localidad, a la espera, eso sí, de las medidas de prevención, contención y coordinación que apruebe el Consejo de Ministros el próximo martes para hacer frente a la pandemia una vez se levante el estado de alarma.
La realidad, la cruda realidad, es que muchos municipios ya tienen contratados algunos aspectos de sus fiestas. Las verbenas, las orquestas, los conciertos, por ejemplo, se suelen contratar a finales del año anterior. ¿Qué pasará con ello?
 
En la mayoría de los casos va a quedar con el compromiso por parte del consistorio de contratar el año que viene», nos comenta un alcalde de la comarca. «Ahora nos están ofertando otro tipo de eventos: conciertos de pequeño formato, actividades culturales al aire libre…». Habrá que buscar alternativas para que el verano, aunque sin fiestas, sea entretenido.    
 
No me gustaría estar en el «pellejo» de quien tiene en sus manos la enorme responsabilidad de tomar esa decisión, máxime cuando en nuestro país a la hora de enjuiciar  somos del blanco o del negro, no apreciamos ni grises ni medios matices; somos de este o aquel equipo… a «muerte», pero nunca apreciamos el buen juego del rival.  El deporte nacional es llevar la contraria al resto. Y luego está la política, los políticos; ¡Eso está mal hecho! ¿por qué? simplemente porque mis siglas o mis colores son distintos a los tuyos… ay si nos uniéramos, si fuéramos capaces de ver los problemas comunes con eso, con sentido común, sin intereses particulares o partidistas, si navegáramos en una misma dirección, otro gallo nos cantaría.
   En mi opinión debemos olvidarnos de las Fiestas tal y como las conocemos hasta ahora, este año no podemos pensar en grandes aglomeraciones de público en un mismo lugar en un mismo día a una misma hora. Es necesario agudizar el ingenio, reinvertirse, pensar en cosas distintas, cosas nuevas, tal vez sea la excusa perfecta para darle voz a los barrios, a la gente del pueblo, al fin y al cabo son y serán siempre sus fiestas.
MQ
 
 
 
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