Premios Odeón. «Premios en los que muchísima gente que llena salas y teatros día tras día han estado terrorífica e inexplicablemente ausente y borrada del mapa, como si no existiesen» -Coque Malla-

    Mi más sincera enhorabuena a la organización de los premios Odeón 2020. Vaya por delante también el agradecimiento por tener el valor de poner en pie algo tan brutalmente difícil de armar y que deje contento a todo el mundo. Difícil no, imposible…
    Mis mejores deseos para que estos premios se afiancen y por fin nuestra industria tenga una gran fiesta anual donde encontrarnos todos para empujar y ponerle un lazo rojo (sin agujeros esta vez) a nuestro trabajo. Era muy triste que esto no ocurriese, así que hay que alegrarse y remar todos juntos para que sigan adelante, duren muchos años y sobre todo: tengan credibilidad.
Ay, la credibilidad…
     Solo un pequeño apunte, a propósito de la credibilidad, ese pez tan resbaladizo y difícil de atrapar…
   Estoy firmemente convencido de que unos premios de la música, en los que en el escenario no haya ni el menor rastro, ni el más mínimo guiño, pequeño homenaje o vídeo, un premio especial, mención, agradecimiento, y mucho menos presencia física en forma de actuación, nominación, entrega de premio -y muchísimo menos aún en forma de premiado-, de gente de la talla de, ni más ni menos que:
Kiko Veneno, Santiago Auserón, Iván Ferreiro, Love of Lesbian, Loquillo, 091, Xoel López, Fito y Fitipaldis, Josele Santiago, Zahara, Anni B. Sweet, Luz Casal, Miren Iza, Amparanoia, Robe Iniesta, Depedro, Dorian, León Benavente, Jaime Urrutia, Kase. O, Vetusta Morla, Sidonie, El Drogas, Viva Suecia, La habitación Roja, Los Zigarros, Miss Cafeína, El Kanka, Sidecars, Enrique Bunbury…
Y así podría seguir y seguir y seguir….
      Unos premios, decía, donde toda esta gente, y muchísima más, esté terrorífica e inexplicablemente ausente y borrada del mapa como si no existiesen, como si no llenasen todos los fines de semana salas, teatros, auditorios, pabellones y festivales multitudinarios, como si no vendiesen miles de discos y acumulasen entre todos -o en muchos casos individualmente- millones de escuchas y reproducciones, como si no fuesen la sangre, el cemento y la base de este negocio…
Unos premios que no tienen en cuenta a toda esa nómina de músicos increíbles, he de decir que jamás, repito: JAMÁS van a conseguir un mínimo de credibilidad. Y sin credibilidad, no hay fiesta de la música española que valga.
           Se puede argumentar que no hay tiempo para todo y que en futuras ediciones se irán introduciendo estos y otros nombres, pero dudo mucho que el tiempo fuese el factor que se tuviese en cuenta para elegir a los actores principales de la gala. Quedó clarísima cual era la filosofía y la línea a seguir, y de corazón creo que es un tremebundo y desastroso error.
¿Por qué (entre otras cosas) los Goya perduran en el tiempo, son creíbles y generan emoción y expectación? PORQUE CUENTAN CON TODOS. Porque son una representación bastante fidedigna de todo el espectro de la industria cinematográfica de este país, y eso es precisamente lo que le da emoción, prestigio e incluso un punto de heroicidad a sus galas. ¡¿Cuantas películas pequeñas e independientes han arrasado contra todo pronóstico en los premios y gracias a eso han levantado la taquilla en las semanas posteriores?! ¡Cientos de ellas! ¡El factor sorpresa es fundamental! ¿David, venciendo a Goliat! ¡Eso es hacer industria! Y ese es, en mi humilde opinión, el verdadero sentido de este tipo de ceremonias: hacer industria, no vender discos o presumir de cifras; son cosas diferentes.
Si eso no cambia en las siguientes ediciones, no van a poder contar con músicos como nosotros ni con nuestro apoyo, y estos premios -y todos los que vengan- basados en la filosofía de las cifras multimillonarias, de la música de concurso, de la música más descaradamente comercial, de la ausencia total del pop o el rock n´roll y del predominio absoluto de la música urbana (¡en toda la noche apareció en el escenario UNA guitarra eléctrica, y no sonó porque algo falló!)… si eso no cambia, decía, estos premios se derrumbarán como castillos en el aire.
Y para que quede claro mi punto de vista: mi enhorabuena a todos los premiados, mucho de ellos gente a la que respeto, admiro e incluso tengo mucho cariño; el problema no era lo presente, si no lo ausente.
Ojalá me equivoque y los Odeón se afiancen incluso sin músicos del tipo que yo reivindico y con los que me siento identificado. Pero algo me dice que no, y que sin ellos, que forman parte absolutamente fundamental de la base, el pegamento y los cimientos de un evento de este tipo, se desmoronaran como se han desmoronado todos sus antecesores. Insisto: ojalá me equivoque.
Un saludo para todos.
Coque.

Vía Facebook Coque Malla

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